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Pulmonía y neumonía es lo mismo coloquialmente hablando. Pulmonía y neumonía son términos que se usan de manera indistinta para referirse a la misma enfermedad. No existe una distinción entre ambos. De manera coloquial, se utiliza el término pulmonía para describir cualquier afección pulmonar.

Sin embargo, lo adecuado es hablar de los diferentes tipos de pulmonía o de enfermedades específicas como la bronquitis o el neumotórax, por mencionar algunos ejemplos.

Desde el punto de vista médico, no hay distinción ni diferencias entre neumonía y pulmonía, ya que ambos términos se refieren a la misma condición de salud. Aunque en el ámbito coloquial puede haber cierta confusión, el término neumonía, más preciso, está ganando popularidad. No obstante, es común encontrar información médica en la que se emplean ambos términos de manera indistinta.

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Qué diferencia hay entre neumonía y pulmonía

Las enfermedades que afectan al sistema respiratorio son de las más comunes en personas mayores, lo que genera muchas dudas sobre temas como la diferencia entre neumonía y pulmonía, la prevención y la recuperación. Resolver estas cuestiones es clave para proporcionar los cuidados adecuados y proteger la salud de los ancianos.

Enfermedades como la neumonía, la pulmonía y la bronquitis revisten especial gravedad en la tercera edad. Estas tres afecciones representan un riesgo elevado, ya que pueden comprometer seriamente la salud de las personas mayores, ocasionando complicaciones como hospitalización, dificultad respiratoria e incluso la muerte.

Si estamos al cuidado de una persona mayor, es fundamental conocer cómo prevenir, identificar los síntomas, las causas, los tratamientos y las diferencias entre estas enfermedades, para poder actuar de manera oportuna cuando sea necesario.

 

Pulmonía: Qué es

¿Qué es la pulmonía? Generalmente, utilizamos el término pulmonía para referirnos a cualquier enfermedad que afecta a los pulmones o a algunas de sus partes. Esta afección es causada por una bacteria llamada neumococo, la cual puede generar diversas infecciones en el cuerpo. Debido al nombre de este microorganismo, la pulmonía también recibe el nombre de «neumonía». Por lo tanto, ambos términos describen la misma enfermedad.

Lo ideal sería especificar el nombre de cada dolencia de manera adecuada y diferenciar entre enfermedades precisas o concretas, como la bronquitis, entre otras.

 

Qué es la neumonía

La neumonía, tal como la conocemos, es una inflamación de los sacos de aire en los pulmones. Es importante señalar que esta inflamación puede afectar parcial o totalmente a uno o ambos pulmones. El tipo específico de neumonía se define según la causa que la haya originado.

 

Pulmonía y neumonía síntomas

¿Cómo puedo saber si tengo neumonía o pulmonía? En personas mayores, la neumonía o pulmonía puede generar recaídas de gran gravedad. Por ello, es fundamental seguir las indicaciones del médico y contar con la asistencia de cuidadores especializados en el tratamiento de pacientes con neumonía.

 

Síntomas de una neumonía

Los síntomas de una neumonía en adultos son: Fiebre, dolor en el pecho, tos, expectoración y, en casos más graves, dificultad para respirar (disnea) y dolores musculares o óseos.

Reconocer los síntomas de una enfermedad como la neumonía es crucial para actuar con rapidez, ya que en temas de salud, el tiempo puede ser determinante. Aunque la gravedad de los síntomas puede variar, los pacientes suelen experimentar fiebre, tos, problemas respiratorios y dolor torácico.

 

Cómo saber si tengo pulmonía

Los síntomas de la pulmonía o neumonía en personas de la tercera edad pueden ser especialmente peligrosos, y es crucial estar atentos a ciertas señales, sobre todo si tenemos a nuestro cuidado a una persona mayor. Los adultos mayores, debido a su sistema inmunológico más debilitado, suelen experimentar manifestaciones más intensas o atípicas de esta enfermedad. A continuación, se detallan los principales síntomas que deben alertarnos:

  • Fiebre: La fiebre suele ser alta y acompañada de escalofríos intensos. En personas mayores, una fiebre alta puede ser señal de una infección importante, como la neumonía. Es importante monitorear de cerca la temperatura corporal, ya que las variaciones bruscas pueden ser un indicativo de que algo anda mal en su organismo.
  • Tos: Este es uno de los síntomas más comunes y se presenta con frecuencia en la neumonía. La tos puede ser seca o productiva, es decir, que produce esputo o flema. Este esputo puede variar de color, siendo común que sea verde o amarillo, lo que sugiere una infección. En casos más graves, el esputo puede contener trazas de sangre, lo que indica una afectación más severa de las vías respiratorias.
  • Dificultad para respirar (disnea): La sensación de falta de aire es un síntoma característico de la neumonía, y en la tercera edad puede ser más alarmante. La disnea puede dificultar las actividades cotidianas e incluso presentarse en reposo, lo que genera un riesgo mayor. La insuficiencia respiratoria es un motivo urgente para buscar atención médica.
  • Dolor en el pecho: Este dolor suele intensificarse al toser o al intentar respirar profundamente. Puede ser descrito como una molestia punzante que empeora con el esfuerzo. En algunos casos, puede confundirse con dolores cardíacos, lo que hace crucial una evaluación médica rápida para descartar otras afecciones como problemas cardiovasculares.
  • Fatiga: Las personas mayores con neumonía experimentan una sensación extrema de cansancio y debilidad. Esta fatiga puede ser tan debilitante que impida la realización de actividades básicas como caminar o levantarse de la cama. Es común que se sientan agotados incluso después de dormir.
  • Sudores nocturnos y escalofríos: Estos episodios de sudoración intensa, especialmente durante la noche, acompañados de escalofríos, son señales de que el cuerpo está luchando contra una infección importante. Los cambios en la temperatura corporal pueden alterar el sueño y contribuir al agotamiento general.
  • Confusión: En la tercera edad, la confusión mental es un síntoma particularmente preocupante de la neumonía. Puede manifestarse en forma de desorientación o dificultades para concentrarse. Este estado de confusión es más común en personas con infecciones graves y debe considerarse un signo de alerta importante.

 

Además de estos síntomas principales, los adultos mayores también pueden presentar desorientación y en ocasiones una disminución de la temperatura corporal en lugar de fiebre, lo que puede ser un indicador más sutil de neumonía. La confusión mental y la hipotermia en este grupo de edad pueden ser señales de que la enfermedad está avanzando rápidamente y requieren una evaluación médica inmediata.

En resumen, si cuidamos a una persona mayor y notamos cualquiera de estos síntomas, es crucial actuar con rapidez y buscar atención médica. La neumonía en la tercera edad puede llevar a complicaciones graves como hospitalización, insuficiencia respiratoria o incluso la muerte si no se trata adecuadamente.

 

 

Qué causa la neumonía o pulmonía

La neumonía puede ser causada por diversos microorganismos como bacterias, virus, hongos y parásitos, que al ingresar a nuestro cuerpo, afectan directamente las vías respiratorias. A continuación, se detallan los principales causantes de esta enfermedad:

  • Bacterias: El agente más común es la bacteria Streptococcus pneumoniae, responsable de la mayoría de los casos de neumonía bacteriana.

 

  • Virus: Varios virus pueden desencadenar neumonía, entre ellos, el virus de la gripe, el COVID-19 y el virus respiratorio sincitial (VRS), entre otros.

 

  • Hongos: Aunque menos comunes, los hongos pueden provocar neumonía, especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados.

 

  • Parásitos: En casos poco frecuentes, algunos parásitos presentes en alimentos o agua contaminada pueden causar infecciones pulmonares que derivan en neumonía.

 

Tipos de neumonía

A continuación, analizamos los tipos más comunes de neumonía y sus principales síntomas, explicando sus particularidades para facilitar la identificación y el tratamiento adecuado de cada una.

Conocer los diferentes tipos de neumonía y sus síntomas específicos es esencial para identificar rápidamente la enfermedad y buscar el tratamiento adecuado. Mientras que algunos tipos de neumonía presentan síntomas leves, otros pueden evolucionar de forma grave, por lo que un diagnóstico temprano y preciso es clave para una recuperación eficaz.

 

1. Neumonía adquirida en la comunidad (NAC)

  • Descripción: Es el tipo de neumonía más frecuente y se contrae fuera del entorno hospitalario, generalmente durante actividades cotidianas. Puede afectar a personas de todas las edades, pero es especialmente común en niños, ancianos y personas con sistemas inmunitarios debilitados.
  • Causas: Suele estar causada por bacterias, siendo Streptococcus pneumoniae la más habitual. Sin embargo, también puede ser provocada por virus como el de la gripe o el COVID-19.
  • Síntomas: Los síntomas característicos incluyen fiebre alta, tos productiva (con flema), dolor en el pecho que empeora al respirar profundamente o al toser, dificultad para respirar (disnea) y fatiga general. En algunos casos, también pueden aparecer escalofríos y sudoración excesiva. La severidad de estos síntomas puede variar según la edad y el estado de salud previo del paciente.

2. Neumonía hospitalaria (nosocomial)

  • Descripción: Este tipo de neumonía se desarrolla dentro del hospital, generalmente después de 48 horas de haber sido ingresado por otro motivo. Es más común en personas que están recibiendo ventilación mecánica o que tienen un sistema inmunológico comprometido.
  • Causas: Las bacterias responsables son a menudo más resistentes a los antibióticos comunes, como Staphylococcus aureus o Pseudomonas aeruginosa, lo que complica su tratamiento.
  • Síntomas: Los síntomas son similares a los de la neumonía adquirida en la comunidad, pero pueden ser más graves debido a la resistencia de las bacterias. Estos incluyen fiebre alta, tos severa, dificultad para respirar significativa, dolor torácico agudo, escalofríos, y en algunos casos, presión arterial baja. Debido a la resistencia bacteriana, el tratamiento suele requerir el uso de antibióticos más potentes y, a veces, un mayor tiempo de hospitalización.

3. Neumonía por aspiración

  • Descripción: Este tipo de neumonía ocurre cuando alimentos, líquidos o vómito son inhalados accidentalmente hacia los pulmones, en lugar de ir al esófago. Es común en personas que tienen dificultades para tragar, como aquellas con problemas neurológicos o que están sedadas.
  • Causas: Las bacterias presentes en la boca, la garganta o el estómago pueden entrar en los pulmones a través de la aspiración, causando una infección. Estas bacterias suelen ser diferentes de las que causan otros tipos de neumonía, lo que puede requerir un enfoque específico en el tratamiento.
  • Síntomas: Los principales síntomas incluyen tos persistente, dificultad para respirar, fiebre, dolor en el pecho y, en algunos casos, mal aliento debido a la presencia de bacterias en la cavidad oral o el estómago. En situaciones más graves, la neumonía por aspiración puede provocar insuficiencia respiratoria si no se trata de inmediato.

4. Neumonía atípica

  • Descripción: Este tipo de neumonía se llama «atípica» porque está causada por bacterias diferentes a las que normalmente provocan neumonía, como Mycoplasma pneumoniae, Chlamydia pneumoniae o Legionella pneumophila. Suele afectar a personas más jóvenes y tiene síntomas menos severos, lo que a veces dificulta su diagnóstico.
  • Causas: Estas bacterias suelen propagarse en ambientes cerrados, como escuelas, guarderías o residencias universitarias, y no responden bien a los antibióticos comunes utilizados para tratar otros tipos de neumonía.
  • Síntomas: Los síntomas son generalmente más leves y pueden confundirse con un resfriado o gripe. Incluyen tos seca persistente, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, fiebre leve y malestar general. A pesar de ser menos severos, si no se trata, este tipo de neumonía puede evolucionar y causar complicaciones, especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados o en los ancianos.

 

 

Diagnóstico y tratamiento de la neumonía

El diagnóstico de la neumonía es un proceso integral que implica diversas herramientas y métodos para evaluar la condición del paciente de manera precisa. A continuación, se explican los componentes del diagnóstico y las opciones de tratamiento según el tipo y la gravedad de la neumonía.

El diagnóstico y tratamiento de la neumonía son procesos que requieren atención cuidadosa y un enfoque multidisciplinario. Al identificar rápidamente los síntomas y realizar una evaluación exhaustiva, se puede asegurar que el paciente reciba el tratamiento adecuado, lo que contribuye a una recuperación más efectiva y a la prevención de complicaciones. Es esencial que tanto los pacientes como los cuidadores comprendan la importancia de seguir las recomendaciones médicas y de realizar un seguimiento regular para garantizar una recuperación completa.

 

Diagnóstico de la neumonía

El diagnóstico de neumonía se basa en varios enfoques:

  1. Evaluación clínica: El primer paso consiste en una evaluación exhaustiva del historial médico del paciente y un examen físico. El médico escuchará los pulmones con un estetoscopio, buscando ruidos respiratorios anormales, como estertores o sibilancias, que pueden indicar la presencia de líquido o infección en los pulmones. Además, se indagará sobre los síntomas que presenta el paciente, como fiebre, tos, dificultad para respirar y dolor en el pecho.
  2. Radiografía de tórax: Una radiografía es crucial para observar el estado de los pulmones. Permite visualizar áreas de opacidad que pueden indicar la presencia de infiltrados o consolidación, signos típicos de neumonía. La imagen radiográfica ayuda a determinar la extensión de la enfermedad y a diferenciar entre neumonía y otras afecciones pulmonares, como un derrame pleural o una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
  3. Análisis de sangre: Un análisis de sangre puede ayudar a evaluar la respuesta inmune del cuerpo a la infección. Se pueden medir marcadores de inflamación, como la proteína C-reactiva (PCR) y el recuento de glóbulos blancos, que suelen estar elevados en caso de infección. También se pueden realizar pruebas específicas para identificar el agente patógeno causante de la neumonía.
  4. Análisis de esputo: La recolección de una muestra de esputo (la flema que se expulsa al toser) permite identificar el microorganismo responsable de la neumonía. Un análisis microbiológico puede ayudar a determinar si la infección es bacteriana, viral o fúngica, lo cual es crucial para seleccionar el tratamiento adecuado.

Tratamiento de la neumonía

El tratamiento de la neumonía varía según el tipo de infección, la gravedad de los síntomas y la salud general del paciente. A continuación, se describen los tratamientos más comunes:

  1. Antibióticos (para neumonía bacteriana): Si se diagnostica neumonía bacteriana, se prescribirán antibióticos para combatir la infección. La elección del antibiótico dependerá del tipo de bacteria identificada y de la susceptibilidad a los medicamentos. Es fundamental completar el ciclo de antibióticos recetado, incluso si los síntomas mejoran, para evitar la resistencia bacteriana.
  2. Antivirales (para neumonía viral): En el caso de neumonía viral, como la causada por el virus de la gripe o el COVID-19, se pueden recetar medicamentos antivirales. Estos tratamientos pueden ayudar a reducir la gravedad y la duración de los síntomas, aunque no siempre son efectivos para todos los virus.
  3. Medicamentos para aliviar los síntomas: Se pueden utilizar fármacos para controlar los síntomas asociados con la neumonía, como la fiebre y el dolor. Antipiréticos como el paracetamol o el ibuprofeno pueden ser administrados para reducir la fiebre y aliviar el malestar general.
  4. Oxigenoterapia: Si el paciente presenta dificultad para respirar o niveles bajos de oxígeno en sangre, se puede administrar oxigenoterapia. Esta intervención proporciona oxígeno adicional a los pulmones y ayuda a mejorar la oxigenación del cuerpo, lo que es especialmente importante en casos de neumonía severa.
  5. Fisioterapia respiratoria: La fisioterapia respiratoria es una técnica que ayuda a limpiar los pulmones de secreciones y a mejorar la función pulmonar. Esta terapia puede incluir ejercicios de respiración, técnicas de drenaje para eliminar el moco y la enseñanza de métodos para toser de manera efectiva. Es particularmente útil en pacientes con neumonía que tienen dificultad para expectorar.

 

Diferencia entre neumonía y bronquitis

Como hemos mencionado, aunque ambas enfermedades respiratorias impactan los pulmones, afectan áreas distintas, lo que las convierte en diferentes tipos de infecciones. Esta es la principal diferencia entre estas dos condiciones:

  • Neumonía: Se refiere a una enfermedad provocada por la inflamación del tejido pulmonar en sí.
  • Bronquitis: Esta condición se caracteriza por la inflamación de los bronquios, que son las vías respiratorias que transportan aire hacia los pulmones.

 

Síntomas bronquitis adultos mayores

Los síntomas de una bronquitis a veces no son tan fáciles de distinguir, ya que generalmente no se presenta fiebre y se manifiesta principalmente a través de una tos persistente. En comparación con la neumonía, la bronquitis es considerada una enfermedad menos grave, mientras que la neumonía puede llegar a ser muy seria y presenta una tasa de mortalidad relativamente alta.

Para los pacientes, la similitud en algunos síntomas entre la bronquitis y la neumonía puede generar confusión, complicando la distinción entre ambas condiciones. La bronquitis, además de la tos persistente, puede presentar fiebre leve a moderada en ciertos casos.

Por otro lado, los síntomas de la neumonía son más severos. Se caracteriza por una fiebre más alta, producción de esputo y un dolor torácico que puede ser muy intenso. Además, las secuelas de la neumonía tienden a ser más duraderas y, en ocasiones, pueden dejar efectos a largo plazo.

En cualquier caso, ante la aparición de estos síntomas o si se sospecha de una enfermedad respiratoria, la mejor opción es acudir al médico. Un profesional de la salud podrá evaluar la situación, realizar un diagnóstico preciso y prescribir el tratamiento más adecuado para cada caso.

 

Qué es peor bronquitis o neumonía

La bronquitis puede volverse crónica, aunque rara vez es la causa principal de muerte. Por otro lado, la neumonía conlleva muchas más complicaciones y tiene una tasa de mortalidad significativamente mayor.

La neumonía, también conocida como pulmonía, es una infección aguda que provoca un elevado número de hospitalizaciones y presenta un alto riesgo de mortalidad. Los pacientes que padecen neumonía suelen tener una expectativa de vida reducida y una alta probabilidad de experimentar recaídas.

En España, los ancianos constituyen el grupo de mayor riesgo para desarrollar neumonía. Se estima que alrededor del 85% de las muertes atribuidas a neumonía o gripe ocurren en personas de la tercera edad. Las recaídas en casos de neumonía pueden complicar aún más la situación de estos pacientes.

Un sistema inmunológico debilitado y la falta de tratamiento adecuado desde las primeras etapas de la enfermedad aumentan el riesgo asociado a la neumonía. Además, el uso de medicamentos que comprometen el sistema inmunológico y hábitos nocivos como el tabaquismo pueden agravar la situación.

Por esta razón, es fundamental que las personas encargadas del cuidado de los ancianos comprendan tanto las estrategias de prevención de la neumonía como los síntomas iniciales de esta enfermedad. De esta manera, podrán actuar de manera efectiva y tomar las medidas necesarias para proteger la salud de los pacientes.

 

 

Factores de riesgo

Los principales factores de riesgo para desarrollar neumonía, pulmonía o bronquitis son diversos y pueden afectar a personas de diferentes grupos etarios:

  1. Edad

La edad es un factor determinante en el riesgo de padecer neumonía y bronquitis. Tanto los niños pequeños como las personas mayores de 65 años son más susceptibles a estas infecciones. En los niños, su sistema inmunológico aún está en desarrollo, lo que los hace más vulnerables a las infecciones respiratorias. Por otro lado, los adultos mayores suelen tener sistemas inmunitarios más débiles y, a menudo, presentan otras condiciones de salud que pueden complicar el cuadro clínico. La disminución de la capacidad pulmonar y la acumulación de secreciones en los pulmones también hacen que este grupo etario esté en mayor riesgo.

  1. Condiciones de salud crónicas

Las personas que padecen enfermedades crónicas, como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), asma, diabetes o enfermedades cardíacas, tienen un mayor riesgo de desarrollar neumonía o bronquitis. Estas condiciones pueden debilitar el sistema inmunológico y comprometer la capacidad del organismo para combatir infecciones. Por ejemplo, en el caso de la EPOC, las vías respiratorias están ya dañadas, lo que facilita que los patógenos se instalen y provoquen infecciones. De igual forma, la diabetes puede afectar la respuesta inmunológica, aumentando la vulnerabilidad a infecciones respiratorias.

  1. Sistemas inmunitarios débiles

Un sistema inmunológico debilitado es otro factor importante en el desarrollo de neumonía. Esto puede ser causado por una variedad de razones, como infecciones virales, tratamientos de quimioterapia para el cáncer o el uso de medicamentos inmunosupresores, que se utilizan para tratar enfermedades autoinmunes o trasplantes de órganos. Estos medicamentos reducen la capacidad del cuerpo para combatir infecciones, haciendo que las personas sean más propensas a contraer neumonía.

  1. Hábitos de vida

Los hábitos de vida también juegan un papel crucial en el riesgo de desarrollar neumonía o bronquitis. El tabaquismo es un factor de riesgo significativo, ya que daña las vías respiratorias y reduce la capacidad de los pulmones para limpiar las secreciones y combatir infecciones. Asimismo, el consumo excesivo de alcohol puede debilitar el sistema inmunológico, afectando la capacidad del cuerpo para responder a infecciones. Ambas prácticas no solo aumentan la probabilidad de desarrollar enfermedades respiratorias, sino que también pueden agravar los síntomas en personas que ya están enfermas.

  1. Hospitalización reciente

La hospitalización reciente, especialmente si se ha utilizado un respirador, es un factor de riesgo importante para el desarrollo de neumonía. Las personas que están hospitalizadas, particularmente en unidades de cuidados intensivos, tienen una mayor probabilidad de adquirir infecciones nosocomiales, es decir, aquellas que se contraen en el entorno hospitalario. El uso de un respirador puede aumentar el riesgo de aspiración y, por ende, la posibilidad de que los patógenos ingresen a los pulmones, desencadenando una neumonía.

Comprender estos factores de riesgo es fundamental para la prevención y el manejo adecuado de las enfermedades respiratorias. Identificar a las personas que se encuentran en situaciones vulnerables puede facilitar la implementación de medidas de protección y monitoreo, contribuyendo así a reducir la incidencia de neumonía y bronquitis en la población.

 

Cómo prevenir la neumonía

La vacunación se considera la medida más efectiva para prevenir la neumonía, especialmente en personas mayores y aquellas que padecen enfermedades crónicas. Además de la vacunación, existen otras prácticas que pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad:

  • Lavarse las manos con regularidad: Mantener una buena higiene de manos es crucial para prevenir la propagación de gérmenes que pueden causar infecciones respiratorias.
  • Evitar el contacto cercano con personas enfermas: Limitar la exposición a personas que están enfermas puede disminuir el riesgo de contagio.
  • No fumar: El tabaquismo daña los pulmones y debilita el sistema inmunológico, lo que aumenta la vulnerabilidad a infecciones.
  • Mantener una adecuada higiene bucal: Una buena salud bucal es importante para prevenir infecciones que podrían afectar el sistema respiratorio.
  • Vacunarse contra la gripe: La vacuna contra la gripe no solo ayuda a prevenir esta enfermedad, sino que también puede reducir el riesgo de desarrollar complicaciones, como la neumonía, en caso de contraer el virus.

Implementar estas medidas de prevención es fundamental para proteger la salud, especialmente en poblaciones más vulnerables.

 

Cuidados y prevención de la neumonía en la Residencia La Torre

Prevenir y tratar la neumonía (o pulmonía) en personas mayores es una prioridad fundamental en nuestras residencias. En la Residencia La Torre, implementamos diversas medidas para garantizar el bienestar de nuestros residentes. A continuación, se detallan algunas de estas iniciativas:

  1. Vacunación

En la Residencia La Torre, promovemos y facilitamos la vacunación tanto contra la gripe como contra la neumonía. Estas vacunas son cruciales para reducir el riesgo de infecciones respiratorias graves, especialmente en personas mayores, que son más vulnerables a estas enfermedades. Nos aseguramos de que nuestros residentes estén al tanto de la importancia de estas vacunas y organizamos campañas de vacunación periódicas.

  1. Higiene

Fomentamos prácticas de higiene adecuadas como el lavado frecuente de manos y el uso de desinfectantes para manos. Estas medidas son esenciales para prevenir la propagación de gérmenes y reducir el riesgo de infecciones. Además, realizamos capacitaciones para nuestros residentes y personal sobre la importancia de mantener un entorno limpio y saludable, lo que contribuye a la prevención de enfermedades respiratorias.

  1. Nutrición e hidratación

Una alimentación equilibrada y una adecuada hidratación son fundamentales para fortalecer el sistema inmunológico. En nuestras residencias, ofrecemos menús diseñados por nutricionistas que aseguran que nuestros residentes reciban todos los nutrientes necesarios para mantener su salud. También promovemos el consumo regular de líquidos, especialmente en épocas de calor o cuando los residentes están enfermos, para prevenir la deshidratación. Vigilamos si el potasio en sangre, los triglicéridos altos o bajos.

  1. Ejercicio regular

Fomentamos la realización de actividades físicas adaptadas a las capacidades de nuestros residentes. El ejercicio regular no solo ayuda a mantener la salud pulmonar, sino que también mejora la salud general y el bienestar emocional. Programamos actividades que van desde ejercicios suaves hasta caminatas, promoviendo un envejecimiento activo, que es una de las mejores formas de prevenir la neumonía y otras enfermedades.

  1. Control de enfermedades crónicas

Monitoreamos de cerca las patologías crónicas, como la diabetes y las enfermedades cardíacas, que pueden incrementar el riesgo de neumonía. Contamos con un equipo de profesionales de la salud que realiza controles regulares para asegurar que estas condiciones estén bien gestionadas y se tomen las medidas necesarias para prevenir complicaciones.

  1. Talleres y sesiones informativas

Organizamos talleres y sesiones informativas dirigidas a nuestros residentes, sus familias y el personal sobre la importancia de la prevención y el tratamiento de infecciones respiratorias. Estos encuentros no solo educan sobre los riesgos asociados con la neumonía, sino que también empoderan a los participantes para que tomen decisiones informadas sobre la salud.

  1. Seguimiento

Mantenemos un seguimiento continuo de la salud de nuestros residentes, realizando controles regulares y ajustes en los planes de cuidado según sea necesario. Este enfoque proactivo nos permite detectar cualquier signo de deterioro en la salud de inmediato y responder de manera adecuada y rápida.

En nuestras residencias, estamos firmemente comprometidos a proporcionar un ambiente seguro y saludable para nuestros residentes. Nuestro equipo multidisciplinario trabaja incansablemente para asegurar que cada persona reciba la mejor atención posible, adaptada a sus necesidades individuales y promoviendo un enfoque integral para su bienestar. Además ofrecemos la opción de respiro familiar o estancias temporales.

Infórmese sobre nuestra residencia de mayores en 91 873 01 71 

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